El consumo de caracoles - Una breve Historia

El consumo de caracoles tiene sus raíces en épocas de gran escasez, cuando la caza y la pesca eran casi inexistentes. Este pequeño animal se convirtió en una fuente vital de proteínas para aldeas enteras, aportando energía en tiempos difíciles. Desde la época del paleolítico, la cocina española y mediterránea ha incluido caracoles en sus platos. En aquellos tiempos, la gente recolectaba frutos silvestres, setas y caracoles, como lo demuestran las conchas en espiral encontradas en los Alpes Marítimos de Francia. Durante esos tiempos antiguos, los caracoles eran una fuente rápida y accesible de alimento, y han sido una constante en la historia durante períodos de hambre y escasez, así como en tiempos de guerra. Las lluvias de agosto marcan la aparición de los primeros caracoles de montaña, señalando el inicio de su recolección. Sin embargo, gracias a las numerosas granjas dedicadas a su crianza, los caracoles pueden disfrutarse durante todo el año. En España, el consumo de caracoles genera opiniones divididas. Para algunos, son una auténtica delicia, mientras que otros los consideran un plato poco apetecible. En países como España, Francia e Italia, la tradición de comer caracoles ha perdurado. Durante la Edad Media, los caracoles se convirtieron en una alternativa a la carne, especialmente durante la Cuaresma. Eran fáciles de encontrar y no suponían ningún coste, bastaba con adentrarse en el bosque tras la lluvia para recolectarlos en grandes cantidades. Algunos antiguos libros de cocina mencionan recetas de monasterios donde los monjes incluían caracoles en su dieta debido a su fácil acceso. La gastronomía española es famosa por su amplia variedad de platos típicos, elaborados con ingredientes naturales que, combinados de manera sencilla, ofrecen sabores inconfundibles. Entre estos platos destacan diversas preparaciones con caracoles: cargols a la llauna, caracoles con salchichas, caracoles chupaeros, caracoles a la madrileña, caracoles en salsa, caracoles a la española, caracoles cántabros a la montañesa, y caracoles con jamón y chorizo, entre otros, acompañados de deliciosas salsas y aderezos.